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DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR -C-

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR -C-

«POR TI Y POR MÍ TOMÓ CONDICIÓN DE ESCLAVO»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 50, 4-7 * Flp 2, 6-11 * Lc 22, 14—23, 56

Damos comienzo con este domingo a la Semana Mayor, a la Semana Santa. En ella tendremos ocasión de revivir junto al Señor Jesús su Pasión y Muerte. Van a ser acontecimientos que pondrán de manifiesto ante nuestros ojos la magnitud inconmensurable del Amor de Dios por ti y por mí, que no hemos hecho ningún mérito para ser objeto de ese amor, sino todo lo contrario. Vivir estos acontecimientos nos llevará a celebrar con inmenso gozo la victoria del Señor sobre la muerte, que será a la vez su victoria sobre tu muerte y mi muerte.

Los fragmentos de la Escritura que en este domingo la Iglesia pone ante nuestros ojos, nos han de ayudar a identificarnos con la persona del Señor Jesús, que se enfrenta a la culminación de la misión que el Padre le ha encomendado. El profeta Isaías, que escribe más de doscientos años antes de Jesucristo, nos muestra la docilidad del Señor, dispuesto a cargar sin rebelarse, sin una sola protesta, con los golpes, los insultos y los salivazos, que tú y yo merecíamos por nuestros pecados. Si puede hacerlo, es porque ha tenido abierto el oído a la voluntad de Dios, y ha tenido la certeza de que el Señor le ayudará para no quedar confundido. También tú y yo necesitamos que el Señor nos abra cada mañana el oído ante los acontecimientos que nos presente la vida, a fin de estar dispuestos a cumplir su voluntad.

San Pablo en su carta a los filipenses nos muestra al Señor Jesús que, renunciando a su categoría de Dios, se rebaja hasta tomar la condición de esclavo. Quiere asumir por completo nuestra condición de criaturas para que, haciéndose uno más de nosotros, vivir en su persona todo aquello que conlleva la naturaleza humana: hambre, sed, cansancio y sufrimientos de todo tipo. Quiere identificarse en todo con nosotros, excepto en el pecado. Por eso Dios, viendo su anonadamiento, lo eleva, por encima de toda criatura y le concede el «Nombre sobre todo nombre». De esta manera muestra el camino para que el Señor se complazca en nosotros, que no es otro que el de la humildad. Somos gratos al Señor cuando, reconociendo nuestra pequeñez y nuestra impotencia, recurrimos a Él. Así lo dice la Escritura: «El Señor se complace en el humilde y mira desde lejos al soberbio».

Finalmente, el evangelio de hoy narra con detalle toda la Pasión del Señor. La Iglesia quiere así que contemplemos todo lo que el Señor tuvo que sufrir, para limpiar nuestros pecados y con su muerte derrotar al señor de la muerte, al maligno. Veremos al Señor en la tremenda lucha que comporta asumir su Pasión. Lo veremos abandonado por los suyos, vilipendiado por la muchedumbre, con el cuerpo destrozado por los azotes, con su cabeza coronada de espinas y exangüe colgando de la cruz. Todo lo sufrió por amor a ti y a mí, que cada día le pagamos con nuestras ingratitudes.

La Iglesia nos invita a no ser meros espectadores de esta epopeya, sino a vivirla de una manera existencial, porque somos los beneficiarios de la obra salvadora del Señor. Si sufrió, murió y resucitó, lo hizo por ti y por mí. Por tanto, acompañémosle en su Pasión, para poder así participar también en el triunfo de su Resurrección.


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