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DOMINGO I DE CUARESMA -C-

DOMINGO I DE CUARESMA -C-

«NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE»

 

CITAS BÍBLICAS:  Dt 26, 4-10 * Rm 10, 8-13 * Lc 4, 1-13 

Nos encontramos en el primer domingo de Cuaresma. Un tiempo fuerte que nos prepara y encamina hacia la celebración del acontecimiento primordial de nuestra fe: la Pascua del Señor Jesús. Serán cuarenta días intensos en los que la Iglesia, a través de la liturgia, nos hará presente el misterio de nuestra salvación, reviviendo la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, llevadas a cabo en la persona del Señor Jesús, a fin de reconciliarnos con el Padre.

En este primer domingo san Lucas nos presenta al Señor Jesús tentado por el diablo. Antes de seguir quisiéramos aclarar algunas dudas que pueden asaltarnos al pensar en el Señor. Hay muchas personas que, de buena fe, tienen idealizada la figura del Señor. Al observar la manera de comportarse suelen utilizarla expresión, “como él era Dios…”, queriendo significar que sus obras son algo inalcanzable para nosotros. Esta forma de pensar es errónea. El Señor era un hombre total, con toda la problemática que es inherente a la condición humana. Tuvo las mismas necesidades que tenemos tú y yo: hambre, sed, cansancio… Pudo sufrir, así mismo, problemas de salud y, sin duda, sintió una sana atracción normal hacia las jóvenes con las que se relacionaba. En todo era y sentía como tú y como yo. Sólo en un aspecto fue diferente, en su vida no tuvo cabida el pecado. Hoy, asemejándose a ti y a mí, es tentado por el diablo. Era necesario que pasara por esta circunstancia, para ser en todo igual a nosotros.

Las tres tentaciones a las que lo somete el diablo, tienen que ver con tres situaciones por las que pasamos todos. En primer lugar y, aprovechándose de su debilidad porque ha estado ayunando 40 días, el maligno, le presenta la tentación del pan. «Si eres Hijo de Dios, di que esta piedra se convierta en pan». Para nosotros esta tentación sería dar prioridad a asegurarnos el pan material. Asegurarnos la vida. Jesús, tiene una visión distinta: «No sólo de pan vive el hombre». Dicho de otra manera, hay cosas en la vida, que, aunque parezca mentira, son más importantes que el pan. La abundancia de pan o de bienes materiales, no nos asegura la verdadera felicidad.

En la segunda tentación el maligno invita al Señor a no aceptar su realidad. Eres un trabajador manual en un pueblo perdido de Galilea. ¿Quién va a hacerte caso? Haz un prodigio para que todos lo vean y crean en ti. Jesús rechaza la tentación: No puedo obligar a Dios a hacer un milagro. También a ti y a mí nos tienta el diablo en este sentido. Todos cambiaríamos en algo nuestra historia, nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo…. Hasta en lo personal no estamos del todo de acuerdo. Cuando te miras al espejo, siempre hay algo que corregirías de tu físico. No estás de acuerdo con lo que el Señor te ha dado. Piensas, seguramente, que tú lo hubieras hecho mejor.

Finalmente, el atrevimiento del maligno no tiene medida. Se trata de la tentación de los ídolos: «Todo esto te daré, porque a mí me ha sido dado, si te postras y me adoras». Le invita a quitar a Dios de su corazón, y a pedir la vida a los ídolos del mundo: riquezas, poder, sexo… ¿Te suena esta tentación? Tú dirás que nunca te has arrodillado delante del diablo, piensa, sin embargo, que es cierto que cada día, aún inconscientemente, pides la vida al dinero, al poder, a los afectos, al sexo… Para ti y para mí, aunque no nos atrevamos a confesarlo, el Señor no ocupa el primer lugar en nuestra vida. Es a los ídolos del mundo a los que pedimos la felicidad. Que estas respuestas del Señor nos ayuden a hacer frente a las tentaciones del maligno.


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