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DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

«REMA MAR ADENTRO Y ECHA LAS REDES»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 6, 1-2ª.3-8 * 1Cor 15, 1-11 * Lc 5, 1-11

 

El evangelio de este domingo es muy hermoso, y a la vez tiene para nuestra vida de fe una aplicación muy clara.

El Señor Jesús, seguido de una multitud considerable, anda predicando la Buena Noticia por las orillas del Mar de Galilea. Son tantos los que se acercan a escucharle, que decide subirse a una barca, la de Simón Pedro, para que, desde este púlpito improvisado, pueda llegar mejor su palabra a toda la gente.

Al terminar, dice a Simón: «Rema mar adentro y echad las redes para pescar». La respuesta de Simón no puede ser más clara: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada». Es la respuesta de un entendido en las artes de la pesca. Sabe que lo normal es la pesca nocturna porque los peces son atraídos por las luces de la barca. Pero, por encima de su razón no rechaza obedecer. Por eso sigue diciendo, «pero por tu palabra, echaré las redes».

También nosotros, tú y yo, somos como barcas que navegan por el mar de la vida. Un mar que algunas veces se encuentra tranquilo, pero que en otras ocasiones zarandea nuestra barca poniéndola en peligro. Un mar que en la oscuridad de la noche nos causa respeto. Todo aquello que no tenemos bajo control nos da miedo. Enfermedades, problemas económicos, problemas en la familia o en el trabajo, inclinaciones o vicios ocultos que nos dominan y que procuramos no se sepan, etc., nos causan respeto. Es el respeto o el temor a lo desconocido. Sin embargo, en estas circunstancias difíciles, cuando dudamos salir airosos en la resolución del problema, es cuando escuchamos de la boca del Señor una palabra: «Rema mar adentro». Lánzate, confía en mí.

Cuando esto suceda, no le demos vueltas. No queramos confiar en nuestra razón. No te mires a ti mismo. Mira a Aquel que te está hablando y hagamos nuestras las palabras de Simón: «Señor, por tu palabra, echaré las redes». Esta respuesta de Simón implica, por una parte, plena confianza en aquel que está hablando. Por otra parte, el convencimiento de que tiene poder para obrar. Queremos aprovechar la ocasión, para señalar que cuando Simón dice al Señor “por tu palabra”, no se esta refiriendo únicamente al sonido salido de sus labios. En la Escritura la expresión “por tu palabra”, equivalente a “por tu nombre” tiene el mismo significado que si decimos “por tu poder”. Quiere decir esto que, cuando Simón le ha dicho al Señor por tu palabra, está diciendo lo mismo que por tu poder.

Alegrémonos pues, tenemos un Dios cuya palabra es potente y realiza aquello que dice. Él conoce nuestra debilidad como conocía la de Simón-Pedro, por eso está siempre dispuesto a echarnos una mano.

 

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