Blogia
Buenasnuevas

DOMINGO II DE NAVIDAD -C-

DOMINGO II DE NAVIDAD -C-

«LA PALABRA SE HIZO CARNE Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS»

 

CITAS BÍBLICAS:  Eclo 24, 1-2. 8-12 * Ef 1, 3-6. 15-18 * Jn 1, 1-18

 

En este domingo segundo de Navidad la Iglesia pone a nuestra consideración el mismo evangelio que se proclamó en la mañana del día de Navidad. Se trata del inicio del evangelio según san Juan. A este evangelista se le conoce como al evangelista teólogo, porque en sus escritos ha logrado penetrar con mayor profundidad que los otros tres, en el misterio de Dios.

Hoy nos habla de la Palabra que, nacida de la boca de Dios, acampa entre nosotros para darnos a conocer el amor sin límites del Padre. El Dios del Antiguo Testamento, es un Dios al que nadie puede ver y quedar con vida. Pero ese Dios quiere darse a conocer a su criatura, quiere dejarse encontrar por ella. Quiere que nosotros, que somos sus criaturas, podamos ponerle un rostro. Y ese rostro no es otro que el rostro del Señor Jesús. Recordemos cómo el mismo Jesús, se lo hace ver a a Felipe en otra parte del evangelio cuando le dice: «Felipe, el que me ha visto a mí, ha visto al Padre».

San Juan nos recuerda hoy, cómo esa Palabra del Padre que estaba junto a Él desde toda la eternidad, puso su tienda, su morada en medio de nosotros. En el Libro de los Proverbios se nos dice: “Yo estaba a su lado como un hijo querido… y mi delicia era estar con los hijos de los hombres.” Este deseo lo vemos realizado hoy cuando el evangelio nos dice: «Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros».

Sin embargo, no todo sucedió de una manera tan simple. «La Palabra vino a los suyos, vino a su casa, pero los suyos no la recibieron». Esta afirmación, halla cumplimiento cuando observamos que aquel pueblo elegido por Dios para que su Hijo acampara entre ellos, dándoles a conocer su inmenso amor, no fue capaz de recibirlo, porque cuando vino, nadie le ofreció un lugar donde acampar, nadie lo reconoció. Habían suspirado durante siglos esperando su venida, y en el momento en que apareció en el mundo, nadie lo reconoció.

Este rechazo del Pueblo de Dios hacia la Palabra hecha carne, tiene unas consecuencias para ti y para mí, inesperadas. Tú y yo, no pertenecemos al Pueblo de Dios, procedemos de la gentilidad, pero también estamos llamados a la salvación. Por eso, el rechazo del Pueblo de Israel a la Palabra hecha carne, ha sido el motivo de nuestra salvación. Porque dice el evangelio hablando de la Palabra: «A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre»  

Alegrémonos, pues, porque hoy formamos parte de ese pueblo que ha reconocido en el Señor Jesús a su Salvador. Formamos, por la benevolencia de Dios, parte del Nuevo Israel. Parte de la Iglesia del Señor Jesús. Somos beneficiarios de su Nacimiento, Pasión, Muerte y Resurrección. Nosotros, por gracia de Dios, «no hemos nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios».

Seamos fieles a la elección que Dios-Padre ha hecho sobre cada uno de nosotros en la persona de su Hijo Jesús. Hoy, a través de Él, podemos dirigirnos a nuestro Dios, llamándole, “Papá”.

 


0 comentarios