SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL
«EL QUE QUIERA SER PRIMERO ENTRE VOSOTROS, QUE SEA VUESTRO ESCLAVO»
CITAS BÍBLICAS: Hch 11, 19-21;12,1-2.24 * 2Cor 4, 7-15 * Mt 20,20-28
Con frecuencia nos hemos referido a las expectativas que tenían los apóstoles, sobre el reino que iba a instaurar el Mesías. Ellos esperaban un reino temporal que les librara de la opresión romana y devolviera a Israel su antiguo esplendor.
No es de extrañar, por tanto, que, siendo amigos y colaboradores del Mesías, esperaran recibir cargos de gran responsabilidad y relevancia en el futuro gobierno. El evangelio de hoy demuestra a las claras lo que acabamos de afirmar. La madre de los Zebedeos, Santiago y Juan, se postra ante el Señor para hacerle un ruego. Sólo pretende que sus hijos se sienten en el futuro reino uno a la derecha y el otro a la izquierda del Señor. Dicho de otro modo, pretende que sus hijos ocupen los dos lugares de mayor importancia dentro del Reino.
Ante tamaña pretensión, el Señor solo responde: “No sabéis lo que pedís. ¿Seréis capaces de beber el cáliz que yo voy a beber?” ¿Qué cáliz es el que el Señor va a beber? Es el cáliz de la entrega total. De la negación de sí mismo en favor de cada uno de nosotros. Y, cuando llegue ese momento, ¿a quién tendrá a su lado? ¿Quién compartirá su trono? Si nos fijamos, cuando Jesús empieza a reinar, que según san Juan lo hace desde la Cruz, a su derecha y a su izquierda, se encuentran dos condenados que sufren su mismo suplicio. Estar al lado de Jesús, significa participar con él de su pasión, de su muerte y cómo no, de su resurrección. “Quien quiera ser mi discípulo, dirá en otro lugar, cargue con su cruz y sígame”.
El verdadero discípulo, no busca honores e ínfulas. El verdadero discípulo es aquel que está dispuesto a perder su vida, a entregarla en beneficio de los demás. Esto es lo que el Señor explica al resto de los apóstoles cuando, indignados por la pretensión de los Zebedeos, demuestran su disconformidad.
En el mundo los jefes de los pueblos, los que los gobiernan, los tiranizan y oprimen. “No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. Siguiendo las huellas dejadas por el Maestro, el discípulo, tu yo, ha sido llamado a servir y no a ser servido por los demás.
En la Iglesia ocurre o debe ocurrir todo lo contrario de lo que sucede en el mundo. En el mundo los jefes buscan dominar sobre los demás. Buscan el respeto y la consideración de los otros. El corazón del hombre, falto del amor de Dios, experimenta un deseo incontrolado de ser, de destacar a toda costa. De que los demás le quieran y le respeten. No entra en sus planes servir a los demás, sino más bien servirse de los demás.
Esta misión del cristiano la ha resumido muy bien el Papa, cuando, refiriéndose a los presbíteros, ha advertido que su ministerio no ha de servir de peldaño para promocionar en el escalafón dentro de la Jerarquía, sino más bien, ha de ser un lugar privilegiado para entregarse por completo al servicio de las ovejas que el Señor les ha confiado. También tú y yo, miembros del Cuerpo de Cristo, estamos llamados a vivir unidos a Él, y a servir con Él a los que nos rodean. ¿Preguntas por la paga?: la Vida Eterna.
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