DOMINGO I DE CUARESMA -A-
«NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE... »
CITAS BÍBLICAS: Gén 2, 7-9; 3, 1-7 * Rm 5, 12-19 * Mt 4, 1-11
Celebramos hoy el primer domingo de Cuaresma. Ya tuvimos ocasión de hablar de este tiempo litúrgico la semana pasada. La Cuaresma es un tiempo de gracia y esperanza, que nos prepara a celebrar la liberación de nuestra esclavitud al pecado y a la muerte.
Hoy vamos a ver al Señor Jesús sometido a la tentación de parte del maligno. También el Pueblo de Israel en su camino hacia la Tierra Prometida fue tentado con las mismas tentaciones. La tentación del pan, la tentación de no aceptar la historia de cada día, y finalmente la tentación de los ídolos.
El Señor, en el monte Sinaí, había dado al pueblo la fórmula primordial para que alcanzara la felicidad. Le dijo: «Escucha, Israel. Yo soy el Señor tu Dios. Yo soy el único. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Haz esto y vivirás».
Durante los cuarenta años que el pueblo está en el desierto en muchas ocasiones es infiel al Señor. No tiene en cuenta estas palabras de vida. Por eso, exige a Dios pan y agua para asegurarse la existencia, ahora. Rechaza tener que caminar por el desierto, en donde no hay vida, dejando que otro lo guie. Y, finalmente, no acepta a aquel Dios del que no conoce el rostro y por eso se construye un ídolo de metal.
Estas tres tentaciones son las que padece hoy el Señor Jesús. Después de cuarenta días de ayuno, el maligno le invita a procurarse la comida convirtiendo las piedras en panes. En segundo lugar le invita a rechazar su condición de artesano humilde, realizando un milagro que ponga de manifiesto su poder. Finalmente quiere que doble sus rodillas ante los ídolos del mundo: riquezas, poder, afectos, etc. como medio de alcanzar la felicidad. La respuesta del Señor no puede ser otra. Sabe que lo que le ofrece el maligno el falso y que la verdadera felicidad consiste en «amar a Dios con todo el corazón con toda el alma y con todas las fuerzas».
De la misma manera que en el Señor Jesús se repiten las tentaciones que sufrió el pueblo en el desierto, también en nuestra vida somos tentados de la misma manera. Fijémonos: ¿Cuál es la mayor preocupación de nuestros padres y también nuestra mayor preocupación? Asegurarnos la vida. Tener pan en abundancia y lograr el mayor bienestar posible. Nuestro objetivo es labrarnos un buen porvenir. En este asunto somos de los que estamos de acuerdo con lo que dice el mundo: “Es antes la obligación que la devoción”. Dicho de otra manera: ganarnos el pan es más importante que tener a Dios en nuestra vida.
Ante la tentación de la historia, ninguno aceptamos nuestra vida tal y como se nos presenta. Todos haríamos algún retoque, en nuestro físico, en nuestra familia, en nuestro trabajo, etc. La vida que nosotros diseñaríamos sería mucho mejor que la que el Señor nos ofrece. Todos cambiaríamos algo.
Finalmente, todos adoramos en nuestra vida a los ídolos. Como dice la copla, todos buscamos salud, dinero y amor, y es a estos ídolos a los que pedimos la vida, fundamentalmente al dinero.
Si caemos en estas tres tentaciones, en vez de encontrar la felicidad, solo encontraremos insatisfacción y amargura. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude, como al Señor Jesús, a no dejarnos embaucar por el maligno.
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