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DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«AMAD A VUESTROS ENEMIGOS...»

 

CITAS BÍBLICAS: Lev 19, 1-2.17-18 * 1Cor 3, 16-23 * Mt 5, 38-48 

Si tuviéramos que averiguar cuál es el distintivo principal de un cristiano, o sea, en qué se distingue del resto de las personas, tendríamos que concluir que al cristiano se le distingue principalmente, por el amor y el perdón que otorga a todos sus enemigos. Perdón y amor totalmente gratuitos, que, por otro lado, no exigen compensación alguna de parte de la persona que ha sido perdonada. El cristiano ama y perdona gratuitamente.

Sin ninguna duda, el cristiano ama y perdona porque es, precisamente, lo que él ha experimentado de parte de Dios. Él tiene experiencia de que siendo un malvado y un pecador, egoísta, ambicioso, lujurioso y soberbio, etc., Dios lo ha perdonado sin exigirle nada a cambio. Ha sido un perdón sin condiciones.

Esta manera distinta de vivir es la que hoy nos presenta el evangelio que, como en semanas anteriores, pertenece la Sermón del Monte. Hoy, el Señor Jesús empieza diciendo: «Sabéis que está mandado: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pues yo os digo: No hagas frente al que te agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra… » Antes de continuar, quisiéramos hacer una aclaración. Es posible que juzguemos mal la ley antigua cuando aconseja “ojo por ojo y diente por diente”, pensando que es exagerada. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. Esta norma de la antigua ley, pretende que a la hora de tomar represalias ante un daño que se ha infringido, el ofendido, no reaccione de una manera exagerada y se pase de raya.

Más adelante el Señor dice: «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Yo, en cambio os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir el sol sobre malos y buenos…»   

Como hemos empezado diciendo, esta manera de actuar es la que corresponde a un cristiano de verdad. No hay duda de que es totalmente opuesta a lo que exige el mundo cuya norma de conducta es: “El que la hace, la paga”. Sin embargo, yo, a ti que dices ser discípulo de Cristo, te pregunto: ¿Cuál ha sido la respuesta de Dios-Padre ante tus rebeldías y pecados y también ante las mías? ¿Ha descargado sobre nosotros su ira? ¿Nos ha destruido como merecíamos? Para saber cuál ha sido la respuesta de Dios ante nuestras rebeldías, solo tenemos que mirar la Cruz del Señor Jesús. Para que tú y yo no muriéramos a causa del veneno del pecado, ha sido Él, el que ha entregado por nosotros hasta la última gota de sangre, mientras pedía al Padre que no nos tomara en cuenta nuestro pecado.

El perdón y la misericordia que nosotros experimentamos de parte de Dios, son los mismos que él quiere que tengamos con los que nos ofenden y hacen daño. Es cierto que, por nuestra condición de pecadores, no podemos amar y perdonar como Él lo hace con nosotros, pero también es cierto que, su Espíritu, habitando en nuestro interior, puede hacer realidad, si nosotros lo queremos, ese amor y es perdón hacia todos aquellos que conscientemente nos hacen daño. Obrando así, los que nos rodean, conocerán a través de nosotros, el amor, la misericordia y el perdón de los pecados, que Él, gratuitamente, ha ofrecido a todos los hombres.


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