Blogia
Buenasnuevas

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY, SINO A DARLE CUMPLIMIENTO»

 

CITAS BÍBLICAS: Eclo 15, 15-20 * 1Cor 2, 6-10 * Mt 5, 17-37

El Señor Jesús continúa este domingo exponiendo su doctrina en el Sermón del Monte. Podríamos pensar que con sus palabras intenta modificar la Ley de Moisés y de los profetas. Sin embargo, él mismo afirma que no ha venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento.

¿Cómo podemos entender esto? La ley que el Señor entregó a su pueblo en el monte Sinaí y que posteriormente fueron ratificando los profetas, fue dada por Dios no como un instrumento de salvación, sino como una luz que alumbrara el sendero de la vida del hombre, para que conociera cuál era el camino de la felicidad y la vida. Sin embargo, para el pueblo, como para ti y para mí hoy, esa ley es imposible cumplirla. Por eso, el Señor Jesús, nos dice que su intención no es anularla, que él ha venido, precisamente, a darle cumplimiento, porque para nosotros eso es imposible. La cumple él, y nos la entrega cumplida a todos nosotros.

A través de los distintos preceptos de la ley que el Señor va citando, podemos comprobar que el camino que nos va mostrando supera en dificultad a los preceptos que recibió Moisés en el Sinaí. El Señor eleva más el listón, porque no pretende que con nuestro esfuerzo, como hicieron los escribas y fariseos que se cogían a la letra de la ley, nosotros llevemos a cumplimiento esas palabras. Él no mira a letra sino al corazón.

Son varios los preceptos a los que hace referencia el Señor. Vamos a fijarnos en dos que están muy presentes en nuestra vida. El Señor Jesús dice: «Habéis oído que se dijo: no matarás… pues yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado». Por eso añade más adelante: «Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».

Vemos, pues, que es mucho más importante tener el corazón limpio, perdonar o pedir perdón, que acercarnos al Señor con nuestras ofrendas y sacrificios. Por otra parte hemos de tener presente que, pedir perdón es propio de los cristianos, de los discípulos de Cristo, que, en su Cruz, nos obtuvo el perdón total de su Padre Dios, y que, cuando pedimos perdón, somos nosotros los primeros beneficiarios. Pedir perdón nos produce paz interior y a la vez nos ayuda a humillarnos delante de los demás. Esta humillación es una buena cura contra nuestro orgullo.

Finalmente, señalar, que no solo hay que pedir perdón cuando hayamos hecho daño a alguien, sino que hay que hacerlo si sospechamos que el otro tiene algo contra nosotros, aunque no nos consideremos culpables.

Otro precepto que en la vida presente se tiene poco en cuenta, es el referente a la unión del hombre con la mujer. Moisés estableció que se podía dar acta de repudio. Hoy el Señor nos dice que «el que se divorcie de su mujer la induce al adulterio y que el que se casa con una divorciada comete adulterio». Esto no solo se refiere al sacramento del matrimonio instituido por Jesucristo, sino también al matrimonio natural que fue instituido en el principio por Dios. Por desgracia, en la sociedad actual, incluyendo a muchos bautizados, se vive de espaldas a lo que es la voluntad de Dios.


0 comentarios