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DOMINGO I DE ADVIENTO -A-

DOMINGO I DE ADVIENTO  -A-

«ESTAD EN VELA PORQUE NO SABÉIS NI EL DÍA NI LA HORA»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 2, 1-5 * Rm 13, 11-14a * Mt 24, 37-44

Damos comienzo con este domingo a un nuevo año litúrgico. El tiempo de Adviento que iniciamos hoy es un tiempo de preparación a la venida del Señor. Esa venida puede considerarse bajo dos aspectos. Por una parte, el Adviento prepara para la venida del Señor Jesús y su nacimiento que celebraremos en Navidad. Por otra, nos hace presente a los creyentes una realidad que muchas veces no tenemos en cuenta: el hecho de que esta vida, la que vivimos cada día, no es algo definitivo, sino que solo es un tiempo en que tenemos que estar vigilantes ante la segunda venida del Señor, y la vida eterna a la que todos estamos llamados.

Durante casi todo el año, los evangelios que se proclamarán estarán tomados del evangelio según san Mateo. El de hoy, nos va a presentar una situación muy semejante a la que vive nuestra sociedad. La gente, también tú y yo muchas veces, vive como si la clase de vida que llevamos fuera la definitiva. Trabajan, se divierten, se casan, tienen hijos, hacen planes de futuro, viven preocupados por la ecología y el cambio climático, y echan cálculos sobre lo que pasará dentro de cincuenta o cien años, sin tener en cuenta que ellos no serán testigos de esos acontecimientos. No son conscientes de que nada de lo que ahora sucede es definitivo. No se dan cuenta de que estamos continuamente en camino. Han montado su tienda en este mundo y viven sin preocuparse como si tuvieran su vida asegurada.

Esa misma situación es la que vivían las gentes en tiempos de Noé. Por eso Jesús nos dice hoy en el evangelio: «Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del Hombre». ¿Cómo vivían en tiempos de Noé? «La gente comía y bebía y se casaba hasta el día en que Noé entró en el arca; y, cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos…»

No queremos ser agoreros ni profetas de catástrofes, pero afirmamos que esta palabra hallará cumplimiento cuando menos lo esperemos. No es necesario que llegue el final del mundo. Para ti y para mí se cumplirá, sin duda mucho antes, y será en el momento menos esperado. Por eso el Señor Jesús viene en nuestra ayuda y nos dice: «Estad en vela, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre».

Son muchos los que viven de espaldas a esta realidad viviendo despreocupadamente como si su vida fuera eterna. Por eso, cuando se enfrentan de momento con una muerte, un cáncer o cualquier otra desgracia grave, se quedan descolocados. Vivían como si estas esas cosas solo les pasaran a los demás. Entonces, se encuentran solos y sin saber a quién acogerse.

No seamos necios y tomemos nuestra vida en peso, es decir, sin perder de vista de dónde venimos y cuál es la meta hacia la que caminamos. Mantengámonos vigilantes. Que los avatares, alegrías y sufrimientos de esta vida, y los señuelos que nos muestra el mundo, no nos hagan olvidar cuál es el objetivo de nuestra vida. Esta sabiduría es la que nos ofrece la Iglesia, que nos ayuda a vivir con intensidad el presente, y a la vez nos recuerda que nuestro fin último es alcanzar la vida eterna.


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