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DOMINGO XVI DE TIEMPO ORDINARIO -C-

DOMINGO XVI DE TIEMPO ORDINARIO -C-

«MARÍA HA ESCOGIDO LA PARTE MEJOR»

 

CITAS BÍBLICAS: Gén 18, 1-10ª * Col 1, 24-28 * Lc 10, 38-42 

San Lucas nos presenta a Jesús en Betania en casa de Lázaro y de sus hermanas Marta y María, en donde suele descansar cuando se encuentra en Jerusalén. En esta ocasión, el evangelista nos dice que, ha sido Marta la que lo ha acogido.

Podemos imaginarnos al Señor sentado en el patio de la casa disfrutando de unos momentos de descanso. Sentada a sus pies se encuentra María que no pierde detalle de lo que dice Jesús. Entre tanto, Marta, va de acá para allá dirigiendo a la servidumbre y preparándolo todo con el fin de agasajar lo mejor posible al Maestro. Está nerviosa y pasa una y otra vez dejándose ver, como diríamos en lenguaje taurino, pero sin conseguir lo que pretende, pues desea que su hermana María le ayude a prepararlo todo.

En vista de que María no se da por aludida, tira por la calle de en medio y sin más dice a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». Sin duda, pensaremos que Marta tiene toda la razón, ya que la actitud de María no es, precisamente, la más correcta. Sin embargo, no es esa la opinión del Señor que, cariñosamente, da a Marta un buen tirón de orejas. «Marta, Marta, le contesta: andas inquieta y nerviosa por tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».

La tradición ha querido ver en estas dos hermanas las dos facetas de la vida cristiana: la acción y la oración. O, dicho de otro modo: la vida activa y la vida contemplativa. Si embargo esto no es del todo exacto, ya que, en la vida de fe, en la vida cristiana, la acción y la oración son complementarias y no pueden darse la una sin la otra. No pueden permanecer separadas.

Si nos fijamos en lo que referente a Jesús nos dice el Evangelio, comprobaremos que la vida del Señor es muy activa, ya que anda sin parar de un lugar para otro anunciando la llegada del Reino de Dios. Sin embargo, en diferentes ocasiones, los evangelistas nos muestran al Señor retirándose a un lugar apartado para entregarse a la oración. Necesita alimentar su espíritu, ponerse en contacto con el Padre a fin de recibir la fuerza necesaria para continuar su misión.

La tentación que muchas veces tenemos los que trabajamos en las distintas actividades que se llevan a cabo en la Iglesia, es dedicarnos en exceso a la acción, en detrimento de nuestra vida interior. Es estupendo colaborar con Caritas, visitar enfermos, dar catequesis, prestar ayuda a la Parroquia en distintos aspectos, etc., pero sin olvidar que es preciso buscar momentos de soledad para compartirlos con el Señor, que es el que nos da la fuerza para seguir trabajando. La acción por la acción acaba quemando al que la practica.

«María ha escogido la parte mejor». ¿Por qué? Podemos preguntarnos. Porque es imposible vivir una intensa vida interior a través de la oración, sin que automáticamente aparezcan las obras de misericordia, las obras de vida eterna. Amar al enemigo, perdonar sin condiciones las ofensas, prestar ayuda material o moral al que la necesita, estar siempre dispuestos a echar una mano al necesitado sin esperar recompensa, etc., Resumiendo: «amando al prójimo como a uno mismo». Eso es lo que nos decía el Señor la semana pasada: «Ve, y haz tú lo mismo». Pero todo esto es imposible para nosotros sin el substrato de la oración. Nada podemos hacer si no recibimos la ayuda de lo alto. María sabía muy bien lo que había escogido.


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