DOMINGO VII DE PASCUA - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR -C-
«VOSOTROS SOIS TESTIGOS DE ESTO»
CITAS BÍBLICAS: Hch 1, 1-11 * Ef 1, 17-23 * Lc 24, 46-53
En este séptimo domingo celebramos la solemnidad de la Ascensión. El Señor, dicen los evangelios, después de Pascua estuvo apareciéndose a sus discípulos durante cuarenta días, mostrándoles cómo la muerte había sido vencida y haciéndoles testigos de su Resurrección.
Deberíamos haber celebrado esta solemnidad el jueves pasado, como se venía haciendo hasta que el jueves de la Ascensión, uno de los tres que relucen más que el sol según el Refranero, dejó de ser día festivo.
San Lucas nos cuenta en el evangelio de hoy, cómo el Señor hace ver a sus discípulos que todo aquello que las Escrituras anunciaban sobre el Mesías, ha hallado pleno cumplimiento en su persona, a través de su Pasión, Muerte y Resurrección. Ellos, testigos de estos acontecimientos, tendrán como misión hacer llegar a todos los hombres la noticia de que en la muerte y Resurrección del Señor, los pecados han sido perdonados y la muerte ha sido vencida para siempre. «Vosotros, les dirá, sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que el Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto». Luego, saliendo fuera de Jerusalén camino de Betania, los bendijo y se separó de ellos subiendo hacia el cielo, donde está sentado a la derecha del poder de Dios.
El acontecimiento de la Ascensión del Señor tiene para nuestra vida de fe dos consecuencias de gran importancia. En primer lugar, hemos de tener presente que aquella misión de anunciar al mundo la Resurrección del Señor y el perdón de los pecados, la pone hoy el Señor en nuestras manos. Somos sus discípulos, y por lo tanto hemos de ser testigos de la victoria del Señor sobre la muerte, y del perdón de los pecados que en esa victoria, Dios-Padre nos ha otorgado.
Si tú crees en la Resurrección del Señor, si has experimentado en tu vida el perdón de tus pecados y la gran misericordia que Dios ha tenido contigo, es necesario que hagas llegar esta buena noticia a aquellos que están a tu alrededor, y que quizá viven alejados de Dios. Para ellos también ha muerto y resucitado el Señor. También con ellos tiene misericordia Dios-Padre y les perdona sus pecados. Pero es necesario que haya testigos. Es necesario que tú, que conoces el don de Dios y has experimentado su amor, les hagas llegar de palabra y sobre todo con tu vida, la noticia de la salvación que Dios nos ha otorgado a todos los hombres en la Muerte y Resurrección del Señor.
La otra consecuencia que tiene para nosotros la Ascensión del Señor, es el hecho de que está en el cielo sentado a la derecha del poder de Dios. ¿Qué significa esto? Significa que un hombre como tú y como yo, que es a la vez la segunda Persona de la Santísima Trinidad, ha sido constituido Señor del Universo. Ha sido colocado por Dios- Padre por encima de todo poder y potestad, para que en Él encontremos nosotros, que somos sus hermanos pequeños, fortaleza en nuestra debilidad, ayuda en nuestros problemas cotidianos, salvación en la lucha diaria contra nuestro enemigo el demonio y fuerza para que nuestro hombre de la carne, pueda llevar a cabo obras de vida eterna.
De ahora en adelante tenemos a uno que abogue por nosotros ante el Padre. A uno a quien podemos invocar cuando nuestro hombre de la carne se resiste a perdonar al que sin razón nos ofende. A uno que es para nosotros fortaleza en la tentación, consuelo en la tristeza y compañía en la soledad. Por eso, podemos decir con San Pablo, que palpaba día a día su debilidad: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta». Nada hay imposible para aquel que se apoya en el Señor.
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