NOVIO-NOVIA, ESPOSO-ESPOSA, ¿PAREJA?
En la actualidad, tanto en la vida real como en los distintos medios de comunicación, prensa, radio, TV,… ha tomado carta de naturaleza referirse a los esposos o a los novios, denominándolos con la palabra genérica de “pareja”.
Quizá se deba esto, a que la relación entre los dos sexos se está devaluando a la carrera, y en vez de buscar en el otro o en la otra una ayuda adecuada (como dice el Génesis), un complemento tanto en lo espiritual como en lo físico, nos contentamos con emparejarnos.
Esta expresión, es perfecta cuando se refiere a los animales. El móvil que les impulsa a unirse, no es otro que el instinto de conservación de la especie. La única fuerza de atracción es la sexual.
No ocurre así entre el hombre y la mujer. Entre el hombre y la mujer se establecen vínculos que son muy superiores al mero impulso sexual. Dios hizo al hombre y la mujer complementarios. Los llamó a estar unidos en lo bueno y en lo adverso. Estableció entre ellos vínculos de amor y entrega que hicieran posible la renuncia al propio yo, en favor del otro.
El hombre y la mujer, no se emparejan. Se unen con lazos de amor. Se entregan totalmente el uno al otro formando un único cuerpo, no sólo en lo físico, sino también en lo espiritual.
Lo que ocurre es que la sociedad actual está empeñada en destruir estos valores y se nos catequiza para que en la relación entre hombre y mujer, sólo se dé importancia al componente sexual, haciendo ver en el otro o en la otra, únicamente, un objeto de deseo y de placer.
Visto así, es indudable que la expresión pareja, que nos hace semejantes a los animales, es la más adecuada. Presentar al marido o a la mujer como pareja es una manera sutil de catequesis, que nos aparta de la relación que entre el hombre y la mujer ha previsto Dios
No ha de ser así entre nosotros. Como cristiano no tengo a Cristo como pareja, sino como esposo. Él se ha entregado por mí, y ha establecido que esa entrega se visibilice en la relación entre los esposos cristianos. Marido y mujer unidos por el vínculo del Amor, y entregándose sin reservas el uno al otro, ponen de manifiesto ante esta sociedad, el verdadero amor, el amor de Cristo a su Iglesia.
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