DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO -B-
«QUIEN NO ESTÁ CONTRA NOSOSTROS ESTÁ A NUESTRO FAVOR»
CITAS BÍBLICAS: Núm 11, 25-29 * Sant 5, 1-6 * Mc 9, 38-43. 45. 47-48
En el evangelio de hoy vemos a Juan un tanto escandalizado por lo que acaba de presenciar. Nada menos que uno que no pertenece al grupo de los discípulos, se ha atrevido a echar demonios invocando el nombre, el poder, de Jesús. Ellos han querido impedírselo, y así se lo han comunicado al Señor. Estaban celosos porque creían tener la exclusiva, sin darse cuenta de que aquel que realizaba prodigios en nombre del Señor Jesús, lo hacía, porque creía en Él. Por eso, la respuesta del Señor les deja desconcertados. Jesús les dice: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor».
También en nuestra vida de fe puede darse esta situación. Tenemos el peligro de creernos poseedores de la verdad pensando que tenemos la exclusiva y, por ello, atrevernos a juzgar o menospreciar a otros que no viven su fe como nosotros. Hemos de darnos cuenta de que los caminos que dentro de la Iglesia llevan al Señor son muy diversos. El Señor llama a cada uno de un modo diferente. Lo importante es atender a esa llamada teniendo en cuenta que hemos de seguirle a través del carisma, del don concreto, para el que nos llama. Todos trabajamos en la misma viña, por lo tanto, todos debemos respetar el trabajo de los demás, viendo en él la obra del Señor.
Después de esta primera parte del evangelio de hoy, el Señor nos habla de un peligro muy serio que tenemos los creyentes. Hemos de estar prevenidos para que nuestro comportamiento no escandalice a los más débiles en la fe. El Señor dice: «El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar». Quizá pienses, ¿De qué pequeñuelos les habla? Los pequeñuelos a los que hace referencia el Señor son, por una parte, aquellos que están dentro de la Iglesia pero tienen una fe muy endeble, y por otra, aquellos que han vivido su vida fuera de la Iglesia y que, ahora, quizá porque han visto un signo en un creyente o por algún acontecimiento de la vida, se están acercando a la Iglesia y empiezan a interesarse por las cosas de Dios.
El peligro que corremos es que unos y otros, vean en nuestro comportamiento algo que no es digno de la vida de un cristiano, y saquen la conclusión de que no es lo mismo hablar que dar trigo. Por eso, escandalizados, se aparten definitivamente de la Iglesia. Nuestra responsabilidad es, pues, muy grande. Quizá no somos conscientes de cómo los de fuera de la Iglesia observan nuestro comportamiento, para comprobar si nuestras obras coinciden con las creencias que decimos profesar.
El Señor, para estos casos, utiliza expresiones muy duras: «Si tu pie te hace caer, córtatelo… Si tu ojo te hace caer, sácatelo… Mejor es entrar cojo o ciego en el Reino de Dios, que ser echado al abismo con los dos ojos o los dos pies».
No olvidemos cuántos dones nos ha regalado el Señor sin merecerlo. Nosotros somos los primeros beneficiarios. Sin embargo, lo que el señor pretende es que a través de nosotros, otros puedan aprovecharse de esos dones. Estemos, pues, alerta, y no perdamos de vista las palabras del Señor: «A quien más se le dio más se le exigirá».
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