DOMINGO IV DE TIEMPO ORDINARIO -B-
«¿QUÉ ES ESTO? ESTE ENSEÑAR CON AUTORIDAD ES NUEVO».
CITAS BÍBLICAS: Dt 18, 15-20 * 1Cor 7, 32-35 * Mc 1, 21b-28
El Señor Jesús da comienzo a su predicación. En Galilea y después en todo el territorio de Israel, visita, sobre todo en los sábados, las sinagogas para anunciar a todos la Buena Nueva del Reino.
Hoy lo hace en la sinagoga de Cafarnaúm. Ha acudido a la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo. El demonio, por boca de este endemoniado, se pone a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpa y le dice: «Cállate y sal de él». El evangelista continúa diciendo que el espíritu inmundo lo retuerce y dando un fuerte grito sale de él. Los presentes, estupefactos se preguntan: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen».
Es importante que de este evangelio nos fijemos en dos frases que dice el demonio por boca de aquel poseído: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros?». Con el pecado de Adán, el mundo ha quedado bajo el dominio del maligno, de manera que el hombre se encuentra impotente por completo para librarse de la esclavitud del demonio. Este dominio, sin embargo, toca a su fin con la llegada del Señor Jesús. Él viene a devolver al hombre su dignidad primera. Viene a destruir el pecado y con el pecado la muerte. Destruir la muerte implica la derrota de aquel que es el príncipe de las tiniebla y señor de la muerte.
Para nosotros este pasaje del evangelio es hoy una buena noticia. También nosotros, por nuestro pecado de origen, estamos sometidos a la autoridad del maligno. Exceptuando algunos casos especiales, no se trata de un dominio total, pero es cierto que, influenciados por su sabiduría y sus malas artes, muy superiores a nuestra sabiduría, nos dejamos arrastrar con frecuencia siguiendo sus instigaciones. Él, posee el arte de hacernos ver como bueno y apetecible para lograr la felicidad, acciones que son intrínsecamente malas y que, una vez cometidas, producen en nosotros desazón e infelicidad.
Nos ayudará a comprender esto, recordar el primer pecado de la humanidad. El maligno, convence a Eva de que comer del fruto prohibido le va a proporcionar la sabiduría y el ser como Dios. Se trata de un regalo envenenado con un envoltorio llamativo, pero que en su interior sólo contiene muerte y sufrimiento. Lo malo es que, a Adán y a Eva, sólo se les abren los ojos cuando ya no hay remedio.
La reacción del demonio en el pasaje de hoy se comprende, porque descubre que por fin ha llegado Aquel que, con su poder, puede quitarle la autoridad que durante siglos ha ejercido sobre el hombre. Por el contrario, para nosotros, esa, precisamente, es una magnífica noticia.
Para terminar, es interesante fijarnos en lo que, admirada, dice la gente: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». ¿Qué significa que el Señor Jesús enseña o habla con autoridad? Las palabras del Señor no son de aquellas que se lleva el viento. Las palabras del Señor tienen poder, porque detrás de esas palabras hay una vida que las ratifica.
Nosotros somos discípulos de Jesucristo. Tenemos como misión extender el Reino de Dios en nuestro tiempo. Podemos anunciar a los que nos rodean la Buena Nueva, pero ese anuncio sólo será eficaz, si nuestras acciones, y nuestra vida, corresponden a aquello que de palabra anunciamos. Pidamos al Señor ser consecuentes haciendo carne en nosotros aquello que de boca profesamos.
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