Blogia
Buenasnuevas

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«AMA A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO »

 

CITAS BÍBLICAS: Ex 22, 21-27 * 1Tes 1,5c-10 * Mt 22, 34-40

En el evangelio de este domingo la pregunta que el fariseo formula al Señor, encierra en sí misma la verdad más importante de toda la fe, tanto para el pueblo hebreo como para nosotros los cristianos.

El Señor Jesús, a la pregunta de cuál es el mandamiento principal de la Ley, responde diciendo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu ser». Esta frase esta sacada del libro del Deuteronomio que dice así: «Escucha, Israel. El Señor Dios es el único Dios. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas». En esta ocasión el Señor Jesús añadirá: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». «Estos dos mandamientos, el amor a Dios y el amor al prójimo, sostienen la Ley entera y los profetas».

En este mandamiento primordial del Deuteronomio, encontramos tres partes bien diferenciadas. La primera, que suele pasar desapercibida, es «Escucha, Israel». Aunque parezca mentira, si esta primera parte no se da, difícilmente se cumplen las dos siguientes. Alguien puede preguntar, ¿por qué es tan importante? Porque tanto en la vida de Israel como en el cristianismo, la fe entra en nuestro corazón a través de la escucha de la Palabra. No hay otro camino. Para tener fe no hay que hacer grandes rezos, no hay que hacer obras de caridad, no hay que esforzarse en hacer el bien. Todo esto que es muy laudable, está muy bien, pero, sin embargo, el único medio de que disponemos para que nuestra fe crezca, es a través de la Palabra de Dios. Y no hay que perder de vista que la Palabra de Dios sólo puede penetrar en nuestro Corazón, si la escuchamos.

En este mandamiento que estamos considerando hay otras dos partes. La primera es: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas». La segunda es, «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.». Sin embargo, para llevarlas a la práctica, hay que invertir el orden. Amar a nuestro prójimo, al que vemos, como dice san Juan, es el camino para amar a Dios al que no vemos.

Resumiendo, la fuerza de la Palabra escuchada y aceptada, nos llevará en primer lugar a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, para luego poder amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Éste es el único camino de que disponemos tú y yo, para alcanzar la verdadera felicidad. Así lo ha dispuesto el Señor, que nos ama con locura y que nos ha creado para una felicidad eterna. Unidos a Él, teniéndolo como al único y amándolo con todo el corazón, se hará realidad la voluntad del Padre a la hora de crearnos.

Finalizamos haciendo una aclaración: solemos llamar mandamientos a las palabras de Dios en el Sinaí, y hay que de tener en cuenta que el mandato o mandamiento implica una ley que debe ser cumplida. Sin embargo, para nosotros, y después del pecado, ese cumplimiento es imposible sin la acción del Espíritu Santo. Por eso, lo correcto en vez de llamarlos mandamientos, es darles el nombre de Palabras de Vida, porque nos dan a conocer la voluntad de Dios y nos marcan el camino a seguir para lograr la vida eterna. 

 


0 comentarios