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DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«PARÁBOLAS DEL REINO DE LOS CIELOS»

 

CITAS BÍBLICAS: Sb 12, 13.16-19 * Rom 8, 26-27 * Mt 13, 24-43

Antes de comentar el evangelio de este domingo queremos destacar unas frases de la primera lectura, que pertenecen al Libro de la Sabiduría. En primer lugar, se afirma: «Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo». Luego continúa diciendo: «Tu soberanía universal te hace perdonar a todos», y añade: «Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia», para decir al final: «Diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento».

Hemos querido destacar estas frases porque a través de ellas queda al descubierto el corazón de nuestro Padre Dios. Un corazón que nos ama tiernamente, aún dentro de nuestras rebeldías. Un corazón en el que no cabe la revancha ante nuestras malas acciones y que cierra los ojos a nuestros pecados. Finalmente, un corazón que espera pacientemente que reconozcamos nuestros errores y que, ya de antemano, está dispuesto a perdonarlos. Tener conocimiento de un Dios así, como el que nos muestra el Libro de la Sabiduría, aleja por completo el miedo y está muy lejos de lo que aprendíamos de pequeños al decir que “Dios era un ser que premia a los buenos y castiga a los malos”. Dios no castiga a nadie. Somos tú y yo los que, por el pecado, nos apartamos de él y experimentamos la muerte.

El evangelio nos ofrece varias de las parábolas conocidas por Parábolas del Reino. A través de ellas el Señor nos da a conocer lo que sucede en el Reino de Dios, que está en medio de nosotros, y que es la Iglesia. La parábola de la Cizaña nos hace presente la figura del enemigo, del maligno, que pretende sembrar en nuestro corazón la mala semilla, con el fin de dañar la buena que recibimos a través de la predicación. Es de admirar la paciencia del Señor que deja crecer al trigo y a la cizaña juntos. Es el tiempo de la paciencia de Dios. En la parábola del grano de mostaza, vemos que el Señor se complace en elegir al pequeño, al que pasa desapercibido, para que, con su ayuda lleve adelante la obra de la evangelización. Nunca podrá atribuirse el éxito, porque quedará patente que la obra es del Señor.

Otra parábola de las expuestas en esta ocasión es la parábola de la levadura. Se trata de una parábola que tiene una aplicación primordial en nuestra vida de fe. Una vez más el Señor elige a lo pequeño y débil: una pequeña porción de levadura. Te elige a ti y a mí que, aunque no estemos convencidos del todo, valemos poco. Quiere que, como la levadura, metida en una gran cantidad de harina, hagamos fermentar toda la masa. Quiere que, a través de nuestra vida, de nuestro comportamiento, los demás, los que nos rodean, lleguen a conocerlo a Él.


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