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DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«VENID A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁIS CANSADOS Y AGOBIADOS»

 

CITAS BÍBLICAS: Zac 9, 9-10 * Rm 8,9.11-13 * Mt 11, 25-30 

En contra de lo que sucede en la sociedad, donde el objetivo de la mayoría es medrar y ocupar una situación dominante, en el Reino de los Cielos no caben los grandes y poderosos. Sólo está al alcance de los pobres, de los pequeños, de los humildes y de aquellos que se consideran los últimos. En éstos es, precisamente, en quienes se complace el Señor. Él gusta elegir lo que no vale, para confundir a los sabios y a los que están convencidos de su propio valer.

En el evangelio de hoy vemos como el Señor Jesús da gracias al Padre precisamente por esto, porque ha tenido a bien revelar los secretos del Reino, a los pobres, a los sencillos, a los humildes y a los que humanamente no valen.

Yo te pregunto: ¿En qué lado consideras que estás tú? ¿Eres de los que se creen entendidos, de aquellos a los que la gente respeta y toma en cuenta, o más bien pasas desapercibido y nadie se preocupa demasiado de ti? Piénsalo bien, porque lo verdaderamente importante es que el Señor, viendo que eres poca cosa, que pocos cuentan contigo, te mire con ojos de bondad y se complazca en tu pequeñez. Así lo hizo con María. Miró la humillación de su esclava y la enalteció sobremanera.

En la segunda parte del evangelio, se manifiesta de una manera meridiana el corazón misericordioso del Señor. Él sabe que, por nuestra condición de pecadores, la vida, con frecuencia, se nos hace excesivamente pesada. Que nos ocurre como a los carros del Faraón cuando pretendían atravesar el Mar Rojo persiguiendo a los israelitas, nuestros pies se hunden en la arena y se nos hace muy difícil avanzar. Tenemos dificultades económicas. Surgen problemas serios en nuestra familia. Nos encontramos frente a enfermedades que nos hacen sufrir, y que a veces no tienen solución. Tenemos dificultades en el trabajo. Encontramos problemas en las relaciones con los demás. Nos dominan vicios que no nos atrevemos a confesar. Resumiendo, muchas veces la vida se nos hace poco menos que insoportable.

Ante esta situación, el Señor Jesús nos dice: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas».

El Señor sabe que la cruz de cada día, de la que no podemos escapar, se nos hace insoportable. Que con sólo nuestro esfuerzo no podemos cargar con ella. Por eso se brinda a ser nuestro Cirineo cargando sobre sus hombros nuestra cruz. Su hombro, es el hombro amigo donde podemos reclinar nuestra cabeza y encontrar reposo. Su ayuda es necesaria para que nuestro corazón encuentre descanso, se vea saciado, y a la vez, tú y yo, encontremos el verdadero sentido a la vida.


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