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DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO -B-

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO -B-

«NO TEMAS; BASTA QUE TENGAS FE»

 

CITAS BÍBLICAS: Sb 1,13-15 * 2Cor 8,7-9.13-15 * Mc 5,21-43

La semana pasada veíamos a los discípulos atravesando un mar embravecido en medio de una tremenda tempestad, que se calma obediente a la voz del Señor.

Cuando llegan a la orilla una gran multitud les espera dispuesta a escuchar al Maestro. De pronto, llega uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo que, echándose a los pies de Jesús, le ruega que cure a su hija gravemente enferma.

El Señor accede a acompañarle y se pone en camino. En el trayecto, una mujer que desde hacía doce años sufría pérdidas de sangre, se acerca a Jesús con el convencimiento de que, si llega a tocar por lo menos el borde de su manto, quedará sana. Consigue hacerlo y experimenta cómo de repente, recobra por completo la salud.

  EL Señor se detiene y pregunta: «¿Quién me ha tocado?». Los discípulos, extrañados, porque la multitud casi lo lleva en volandas, no acaban de comprender la pregunta. Ante su insistencia, la mujer, asustada y temblorosa, cuenta al Señor lo ocurrido. Éste, por toda respuesta le dice: «Hija, tu fe te ha curado; vete en paz, libre ya de tu enfermedad».

        En esto llegan algunos de casa del jefe de la sinagoga que le dicen: «Tu hija ha muerto. No molestes ya al maestro». Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, dice al jefe de la sinagoga: «No tengas miedo; tú ten fe, y basta».

     Llegados a la casa y después de hacer salir a los que lloran y se lamentan, acompañado de Pedro, Santiago, Juan y los padres de la niña, coge a ésta de la mano mientras le ordena: «Muchacha, yo te digo: ¡Levántate!». Al momento la niña se incorpora y el Señor la entrega sana a sus padres.

        A través del acontecimiento de la curación de la hemorroísa, el Señor nos llama a conversión a aquellos que desde siempre hemos estado en la Iglesia, quizá porque así nos educaron nuestros padres. En el evangelio de hoy sucede que junto al Señor Jesús hay muchos que lo tocan y están cercanos a él, pero sólo una mujer que se acerca con fe, convencida de su poder, queda curada. Con nosotros puede ocurrir lo mismo. Muchos asistimos a la Eucaristía y comulgamos con el Cuerpo del Señor, pero, ¿creemos sinceramente que Jesús es el Señor y que tiene poder para curarnos, o lo seguimos por inercia sin mucho convencimiento? ¿Cuál es tu actitud?

       En nuestra vida, como Jairo, nos encontraremos también ante acontecimientos de muerte que no seremos capaces de superar. Como entonces, el Señor viene en nuestra ayuda y nos dice: «No tengas miedo; tú ten fe, y basta». Si lo haces así, también escucharás las palabras de Jesús: «¡Levántate!». ¡Sal de ese vicio¡! No te hundas en la depresión¡! Perdona a tu enemigo que yo estoy contigo ¡

       Acude a Él porque, yo te aseguro que, como la hemorroísa o como Jairo, serás testigo de la obra y el poder del Señor en tu vida.


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