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DOMINGO I DE CUARESMA -B-

DOMINGO I DE CUARESMA  -B-

«CONVERTÍOS Y CREED LA BUENA NOTICIA»

 

CITAS BÍBLICAS:  Gén 9, 8-15 * 1Pe 3, 18-22 * Mc 1, 12-15

En este primer domingo de Cuaresma el evangelio nos presenta al Señor Jesús, empujado por el Espíritu al desierto.

Ha sido bautizado por Juan en el Jordán y durante cuarenta días permanece en oración y en ayuno. Al final de este período de tiempo es tentado por Satanás. Es la preparación inmediata, para dar comienzo a su misión.

San Marcos no detalla cuáles fueron las tentaciones a las que fue sometido el Señor. Las conocemos por la narración que de este pasaje nos ofrecen san Mateo y san Lucas.

Tres son los aspectos de la vida en los que incide el tentador: Asegurarse el alimento material, aceptar la realidad de cada día y rechazar en la vida el culto a los ídolos.

Resolver estas tres tentaciones es un reto, ante el que se encuentra todo hombre en la vida, y, por lo tanto, también nosotros.

El Señor, aunque sabemos que no podía pecar, quiere pasar por la experiencia de ser tentado, para asemejarse en todo a nosotros, y a la vez, mostrarnos cómo hemos de defendernos del maligno.

La principal preocupación de todo hombre es asegurarse la vida. Asegurarse el alimento de cada día. Asegurarse el pan. Tener todas las necesidades diarias cubiertas. Esto nos sucede a todos. Sin embargo, el Señor, nos muestra la existencia de otra escala de valores: Pon a Dios como primero en tu vida, que todo lo demás se te dará por añadidura.

Ninguno de nosotros está totalmente de acuerdo con la vida que le ha tocado vivir. Todos cambiaríamos algo. Todos mejoraríamos en algo nuestra vida, si tuviéramos poder para hacerlo. El Señor Jesús nos invita a aceptar nuestra historia, todo lo que Dios permite en ella porque nos ama, y porque no es capaz de consentir nada que no sea para nuestro bien.

Finalmente, nos muestra la necesidad de tener a Dios como al único, como al primero. Rechazar de nuestra vida a todos los ídolos, la salud, la afectividad, el sexo y sobre todo al dinero, que es al ídolo al que la mayoría pide la vida. La verdadera vida, la felicidad, no la proporcionan el dinero, ni los demás ídolos, sino que lo único capaz de satisfacer al hombre es tener a Dios como al primero, y tener en el corazón su amor.

Hoy, el Señor, nos llama a conversión, es decir, a reconocer que, con frecuencia, hacemos caso al maligno. Nos llama a creer en la Buena Noticia, en el Evangelio. Nos llama a prepararnos para celebrar su victoria sobre la muerte, que ya se vislumbra en la próxima Pascua.


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