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FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR -B-

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR -B-

«TÚ ERES MI HIJO AMADO, MI PREFERIDO».

 

CITAS BÍBLICAS: Is 42, 1-4.6-7 * Hch 10, 34-38 * Mc 1, 6b-11

Con este domingo damos fin al tiempo de Navidad. Será mañana lunes cuando retomaremos el tiempo ordinario. El ciclo litúrgico de la Navidad, culmina con la Fiesta del Bautismo del Señor. Este acontecimiento supone el fin de la vida oculta del Señor, y es el inicio de la vida pública, en la que llevará acabo la misión para la que el Padre lo ha enviado.

Durante los treinta primeros años de su vida, la existencia del Señor no ha diferido en nada de la de cualquier habitante de Nazaret. Han sido años en los que, como dice san Lucas en su evangelio, ha crecido en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres. Nazaret ha sido la escuela en la que, sin llamar la atención a nadie, el pequeño que vimos nacer en Belén, ha crecido, ha pasado por la infancia, la pubertad, la adolescencia y la juventud, hasta alcanzar la plenitud de la edad adulta. Han sido años de aprendizaje tanto en el terreno humano como en la vida del espíritu. Sus padres, José y María, le han enseñado, antes que nada, a conocer a Dios y amarle con todo el corazón. Ha aprendido el oficio de su padre, colaborando con su trabajo al mantenimiento de la familia, y ha sido educado en la fe y en las costumbres del pueblo hebreo al que pertenece.

Hoy, a sus treinta años, teniendo conocimiento de la predicación de Juan el Bautista y del bautismo de conversión que administra en las orillas del Jordán, se dirige allá para recibir también ese bautismo. San Marcos nos cuenta que, desde Nazaret de Galilea, el Señor Jesús se dirige al Jordán para recibir el bautismo de manos de Juan, y que, apenas salido del agua, se rasga el cielo y el Espíritu Santo baja sobre él en forma de paloma, mientras se oye una voz del cielo que dice: «Tú eres mi Hijo amado, mi preferido».

Este acontecimiento es el punto de partida de la misión del Señor Jesús, que, durante tres años, con su predicación y con sus obras, dará a conocer a los hombres el amor sin límites del Padre, su misericordia y el perdón de los pecados, y que culminará entregando su vida por todos nosotros.

Para ti y para mí, el bautismo del Señor nos hace presente un acontecimiento fundamental de nuestra vida de fe. También nosotros hemos recibido de manos de la Iglesia el Bautismo, como preparación a la misión para la que el Señor Jesús nos ha elegido. Estamos llamados a dar testimonio en medio de una sociedad descreída, que ha dado la espalda a Dios, del amor sin condiciones de un Padre, que, volviendo la espalda a todos nuestros pecados, nos ama con un amor sin límites. No encontraremos a nadie que nos ame sin condiciones en nuestras rebeldías, en nuestros pecados, en nuestras ingratitudes. En este mundo, todos, para querernos ponen sus condiciones, el único que nos ama porque sí, es el Señor.

Por eso, la voz del Padre que se ha escuchado en el Bautismo del Señor, ha resonado hoy para ti y para mí. Tú y yo, sin merecimiento alguno, somos esos hijos preferidos del Padre. Es por voluntad suya que desciende sobre nosotros el Espíritu Santo para santificarnos con su gracia, y para, desde nuestro interior, darnos testimonio de que somos los hijos amados del Padre.  

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