DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO -C-
«HOY HA SIDO LA SALVACIÓN DE ESTA CASA»
CITAS BÍBLICAS: Sab 11, 22—12, 2 * 2Tes 1,11—2,2 * Lc 19, 1-10
San Lucas nos narra en el evangelio de hoy el pasaje de Zaqueo, que puede ayudarnos mucho porque una vez más pone de manifiesto el amor de Dios hacia el pecador. Es importante escucharlo con un corazón sencillo sin defendernos ante la Palabra. No defendernos ante la Palabra significa aceptarla teniendo presente nuestra condición de pecadores.
San Lucas sitúa al Señor Jesús entrando en la ciudad de Jericó. Hay una multitud que se agolpa para verlo pasar. Entre toda la gente que desea verlo se encuentra un hombre llamado Zaqueo. Su baja estatura le impide ver a Jesús, por eso, se le ocurre encaramarse a una higuera para desde lo alto poder contemplar al Señor. Cual no sería su sorpresa, al comprobar que Jesús se detiene ante él para decirle: «Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Esta indicación del Señor no tendría más importancia si Zaqueo fuera una persona corriente. Pero no, Zaqueo es jefe de publicanos y rico.
Ya hablamos la semana pasada sobre quiénes eran los publicanos. Gente aborrecida por el pueblo porque no solo cobraban los impuestos para Roma, sino que se enriquecían a costa de los demás. Y Zaqueo, no solo es publicano, sino jefe de publicanos. De ahí que la decisión del Señor causara el correspondiente escándalo entre la gente, que murmuraba diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Ya sentados a la mesa, Zaqueo, puesto en pie, dice al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Ante estas palabras de Zaqueo el Señor responde: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Para nosotros, esta palabra lleva implícito un mensaje de salvación. A través de ella el Señor Jesús ha pasado por nuestra vida y nos ha dicho: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». Del mismo modo que a Zaqueo, que sabe que es un gran pecador, te lo ha dicho a ti y me lo ha dicho a mí. No importa que no lo merezcamos. No importan nuestros pecados, sean cuales fueren. El Señor quiere entrar en nuestro corazón, quiere entrar en nuestra casa para darnos su salvación.
La reacción de Zaqueo es muy importante. Tocado por el amor de Dios, ha experimentado también el amor hacia sus semejantes. El amor que el Señor le ha manifestado, ha llenado de tal manera su ser, que ya no le importan sus riquezas. Tiene el corazón totalmente satisfecho. Comprobamos de este modo, cómo ha cambiado su vida, y cómo cambiará la nuestra ante un encuentro con el Señor.
Hay una frase del Señor dirigida a Zaqueo, que hoy puede resonar para cada uno de nosotros: «Hoy, ha sido la salvación de esta casa». También hoy el Señor nos visita con esta palabra. Trae para nosotros la salvación, como la trajo para Zaqueo. Una salvación, que no solo hace referencia a la salvación final, sino que habla de la salvación de cada día, porque, lo mismo que Zaqueo, también nosotros necesitamos encontrarnos cada día con el Señor, porque cada día nos enfrentamos a problemas, tentaciones y sufrimientos, que no somos capaces de afrontar y que solo con su ayuda podremos llegar a resolver.
No tengamos miedo de contemplar nuestra vida llena de infidelidades y pecados, porque, como dice el evangelio, «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
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