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SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

«HOY OS HA NACIDO UN SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 52, 7-10 * Heb 1, 1-6 * Jn 1, 1-18 

Celebramos hoy la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Un acontecimiento primordial en la Historia de Salvación. El Hijo de Dios, coeterno con el Padre, desciende de los cielos y se reviste de una naturaleza mortal, para convivir entre los hombres como un hombre más, haciendo que su divinidad quedara por completo escondida. 

Para poder ser conscientes de la importancia de este hecho, no quedándonos únicamente en emociones superficiales y sentimientos sensibleros, sin ahondar en la realidad que supone este acontecimiento, es necesario comprender cuál era la situación de hombre, la tuya y la mía, y cuál fue la respuesta de Dios-Padre a esta situación.

El hombre fue creado por Dios a su imagen para que participara de la misma felicidad que disfrutaba su Creador. Sin embargo, utilizando mal la libertad que el Señor le regala, decide vivir su vida al margen del plan que estaba trazado para él.

¿Cuál es la situación del hombre después este pecado? Al romper con Dios, la vida del hombre pierde por completo todo su sentido. La vida del hombre entra en el absurdo. Hecho para vivir eternamente feliz, se encuentra dominado por el pecado que le produce sufrimientos, y además, sometido sin remedio a la muerte. Creado para la libertad y la plenitud, se encuentra esclavo del pecado y condenado a la finitud. Conocemos perfectamente todo esto porque así nos lo narran los primeros capítulos del Génesis.

¿Cuál es la respuesta de Dios ante la situación en la que queda el hombre? Dios no deja al hombre abandonado a su suerte. Su amor y su misericordia, que son eternas, conciben de inmediato un plan para salvarlo, a fin de devolverle la felicidad perdida y a la vez arrancarlo de las garras del pecado y de la muerte. Por eso dirigiéndose a la serpiente que ha engañado a Eva, le dice: «Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón».

Esta promesa del Salvador, del Hijo de la Mujer, fue transmitiéndose a través de los siglos de generación en generación. El hombre deseaba ardientemente verse liberado de todo lo que le oprimía y esclavizaba. Tenía siempre presente que existía una vida plena y feliz, y que a pesar de la que deseaba desde lo profundo de su corazón, no estaba a su alcance.

Dios-Padre, al llegar la plenitud de los tiempos cumplió la promesa, haciendo que su Hijo se encarnara en el seno virginal de María, y que naciera en Belén.  ¿Cómo vives tú este acontecimiento? Si verdaderamente reconoces que no eres feliz, que vives esclavo de tus inclinaciones y pecados, que te amedrenta la muerte, no solo la del último día, sino la que suponen los fracasos, los desengaños, las humillaciones, que cada día soportas y que te amargan la  vida, sin duda verás en el nacimiento del Señor, el inicio del remedio para todos tus males y sufrimientos. Verás en el Niño de Belén a tu liberador, a tu salvador, a aquel viene a devolver el sentido a tu vida, haciéndote saborear ya aquí, la vida eterna.

Esto es lo que celebramos en este día, el inicio de la obra de salvación de Dios para ti y para mí, que culminará con la Pascua del Señor, en la que moriremos con él al pecado y resucitaremos con él a una vida eterna y feliz. 


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