DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA -C-
«¿NO SABÍAIS QUE YO DEBÍA ESTAR EN LA CASA DE MI PADRE?»
CITAS BÍBLICAS: Eclo 3, 2-6.12-14 * Col 3, 12-21 * Lc 2, 41-52
La Iglesia, en este primer domingo después de Navidad, nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Nazaret. Lo hace así, porque quiere resaltar la importancia que para ella tiene la familia cristiana.
La familia cristiana es la base sobre la que se sustenta la propia Iglesia. La Familia de Nazaret es el embrión de lo que después será la Iglesia de Jesucristo. En ella el Niño Jesús es educado en la fe. Sus padres, María y José, le dan a conocer y le enseñan a amar a su Padre del Cielo.
Sería absurdo pensar que Jesús fuera consciente desde su infancia de su condición de divina. La vida del niño, del adolescente y del joven Jesús de Nazaret, fue semejante a la de los jóvenes que conocemos o a la nuestra propia. Pasó por todos los estadios del desarrollo humano como uno de tantos. Nada para él fue ajeno en su desarrollo. Caprichos infantiles, crisis de la pubertad, en incluso sana atracción hacia las jóvenes de su entorno, fueron hechos que le tocaron vivir como a cualquiera de nosotros. En lo único que fue totalmente distinto fue en lo relativo al pecado. Ni pecó nunca ni tampoco podía hacerlo.
En todo este tiempo de desarrollo físico y humano, fueron María y José los que se encargaron de educarle y de prepararle para que llegara a ser un miembro del pueblo de Dios conocedor de las Escrituras, y al propio tiempo un ciudadano capaz de asumir sus obligaciones como tal. Fue en la escuela de la familia donde se preparó para llevar a término la misión que Dios-Padre le había encomendado, y para la que había asumido la condición humana.
Hoy la Iglesia quiere también que contemplemos a la Sagrada Familia de Nazaret, para que tengamos en ella un modelo a seguir en cada una de nuestras familias. Es necesario que los hijos aprendan a amar sintiéndose amados por sus padres. La familia cristiana es la primera escuela de la fe. Como sucedió en aquella familia, son los padres los que en la nuestra, han de ser los transmisores de la fe hacia los hijos. La Parroquia y los colegios solo han de ser en este terreno, colaboradores de los padres al prestarles ayuda para que lleven adelante su misión educadora.
Precisamente por ser la familia cristiana semillero de nuevos miembros de la Iglesia, se ve atacada por todos los flancos. La sociedad actual lleva a cabo acciones de acoso y derribo hacia la familia, porque sabe que es el mejor camino para lograr su objetivo de destruir a la Iglesia.
Divorcio exprés, aborto libre, ideología de género, uniones, que no matrimonios, homosexuales, y un largo etcétera, son las acciones que los gobiernos llevan a cabo sistemáticamente con objeto de minar a la familia, pretendiendo que sea la Iglesia la que se tambalee.
La política de tolerancia y de hechos consumados, está consiguiendo que gran parte de la sociedad esté aceptando como normal, situaciones que son a todas luces reprobables. Los medios de comunicación, radio, televisión y cine, nos bombardean incesantemente practicando un auténtico lavado de cerebro, para que aceptemos lo negro como blanco y lo blanco como negro.
Es necesario que como creyentes volvamos nuestros ojos hacia la Familia de Nazaret, para que sea para nosotros punto de referencia. Que pidamos a Jesús, María y José, que protejan y bendigan nuestras familias, para que crezcan teniendo como imagen a aquella que formaron ellos.
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