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DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO -B-

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO  -B-

¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO? 

 

CITAS BÍBLICAS: Is 50, 5-10 * St 2, 14-18 * Mc 8, 27-35

Jesús camina con sus discípulos  por la región de Cesarea de Filipo. De momento se detiene y, sin más, les pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos responden: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».

Tú y yo, discípulos del Señor, también caminamos con Él por la vida, aunque, con frecuencia, no acabemos de notar su presencia. Por eso también a nosotros, hoy, se nos formula esta pregunta: «¿Quién dices tú que soy yo?». ¿Te lo habías preguntado alguna vez?

Pedro, que es testigo de las obras del Señor, que ha estado desde el principio a su lado, no ha dudado en responder: «Tú eres el Mesías». Y tú, ¿qué respondes? ¿Tienes experiencia de haber visto al Señor actuando en tu vida, o necesitas recurrir a lo que aprendiste en el catecismo para responder? De lo que respondas depende tu felicidad en este mundo. Si tienes experiencia de que no caminas solo en la vida, de que el Señor, vivo y resucitado, está junto a ti para ayudarte, que lo has visto actuar en los momentos difíciles que has atravesado en la vida, podrás confesar como Pedro: «Tú eres el Mesías». Tú eres el enviado del Padre para mi salvación.

Es fácil que no tengamos la certeza de Pedro para responder a la pregunta del Señor. Que vengamos a la iglesia porque es lo que nos han enseñado nuestros padres, y porque en el fondo todos buscamos nuestra salvación. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que si somos creyentes, que si nos consideramos discípulos del Señor, es porque Él está vivo y resucitado. No vamos detrás de una idea y no seguimos a un fantasma. El Señor está ciertamente en el cielo, pero, como Él lo dijo, está junto a nosotros hasta el fin de los tiempos.

Está junto a ti y junto a mí, porque a causa de nuestros pecados, la vida sería insoportable sin su ayuda. ¿Quieres poder confesar como Pedro que Él es el Mesías? Llámale, invócale en los momentos de dificultad, en los momentos de soledad; en aquellos momentos en que se cierra el cielo y de nada nos sirven ni la familia ni los amigos. Verás como Él responde. Verás que, aunque la situación sea la misma, aunque el problema persista, no caerás en la desesperación y experimentarás paz interior. Entonces podrás decirle con Pedro: «Tú eres el Mesías». Tú eres mi salvador.

El Señor camina hacia Jerusalén. Sabe con certeza lo que va a ocurrirle y quiere que los acontecimientos no pillen desprevenidos a sus discípulos. Por eso les habla con claridad de los sufrimientos que le esperan. Padecerá lo indecible, será condenado y finalmente ejecutado, pero resucitará al tercer día. Pedro, no puede soportar estas palabras y lo reprende, pero el Señor no duda en llamar Satanás, a aquel que es uno de sus mejores amigos. Nada ha de impedir que lleve a cumplimiento lo que es la voluntad del Padre. Luego, llamando a sus discípulos les dice: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará».

El Señor con estas palabras nos invita a salir de nosotros mismos, a abandonar nuestro egoísmo. A cargar con la cruz de cada día, porque, a causa de nuestro pecado, la vida no es un camino de rosas. Él tuvo que soportar su peso solo. Nosotros tenemos la suerte de tenerle a nuestro lado para hacérnosla más llevadera. No queramos ser autosuficientes y pidámosle que nos ayude. Con toda seguridad, no quedaremos confundidos.

 

1 comentario

José -

Te doy gracias Señor por las palabras que pones en la boca de tus discípulos y nos hacen ver el camino que me lleva hacia ti. Tú, Señor, haces que pueda ver que cada día pueda contemplar las maravillas que haces conmigo, que pueda convertirme hacía ti, que mis problemas, enfermedades... los llevas Tú, que mi cruz la puedo llevar gracias a Ti. Pues Tú eres el principio y el fin, la Verdad para que no me equivoque y la Vida para que yo no muera.