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DOMINGO DE PENTECOSTÉS -B-

DOMINGO DE PENTECOSTÉS  -B-

«EL ESPÍRITU DE LA VERDAD OS GUIARÁ HASTA LA VERDAD COMPLETA »

 

CITAS BÍBLICAS: Hch 2, 1-11 * 1Cor 12, 3b-7.12-13 * Jn 20, 19-23 15-20

 La misión que el Señor Jesús ha dejado en nuestras manos como miembros de su Iglesia, supera con mucho nuestras propias fuerzas. Así lo entendía Él cuando pocas horas antes de dar comienzo a su Pasión decía: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello…».

El Señor ante la tristeza de sus discípulos al anunciarles su marcha inminente al Padre, les dice: «No os dejaré huérfanos». En otra ocasión, antes de la ascensión, afirma: «Y ved que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Tenemos, pues, la certeza de su presencia continua entre nosotros, pero, sin embargo, aquel protagonismo que tuvo durante su vida terrena, lo cede a la Tercera Persona de la Stma. Trinidad, o sea, al Espíritu Santo. Ya lo afirmó cuando dijo a sus discípulos: «Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa».

Después de la fundación de la Iglesia llevada a cabo por el Señor Jesús, entra en acción el Espíritu Santo. Él es el Paráclito, el Defensor, el encargado de llevar adelante día a día la construcción de la Iglesia, para que cumpla con su misión salvadora en cada nueva generación.

Nada de lo que nos encargó el Señor Jesús antes de ascender al cielo, es posible realizarlo con solo nuestras fuerzas. Tenemos necesidad de los dones del Espíritu Santo para poder llevar a cabo lo que significa ser discípulos de Cristo. Nuestra carne es débil, nuestro hombre viejo, nuestro hombre de pecado, se resiste en aceptar las injusticias de las que somos objeto. Nuestra razón no quiere que demos nuestro brazo a torcer y perdonemos sin más a los que nos ofenden.

¿Cómo llevar a la práctica aquellas palabras del Señor: «Amad a vuestros enemigos. Haced el bien a los que os odian. Rezad por los que os persiguen y bendecid a los que os calumnian»? Esto es imposible, decimos, y sin embargo esa es nuestra misión como discípulos del Señor. Continuar haciendo hoy en la tierra, lo mismo que él hizo en su vida mortal.

Él nos ha elegido para que cuando vayamos por la calle, cuando estemos en el trabajo, cuando vivamos nuestra vida de familia o cuando nos estemos divirtiendo, los demás vean en nosotros su misma figura, vean en nosotros al mismo Cristo. De esta manera será cómo la salvación que Él ha ganado para todos los hombres, llegará a los que nos rodean sin necesidad de que se acerquen a la iglesia, sin necesidad de que vayan al templo.

Si tú y yo, llamados a realizar esta misión no la llevamos a cabo, es posible que esas personas nunca lleguen a conocer el amor de Dios y la salvación que Dios-Padre nos ha otorgado a todos los hombres, a través de su Hijo Jesucristo. La elección del Señor no ha de servirnos para asegurar nuestra salvación personal. El Señor nos ha elegido a ti y a mí, porque ama a los demás, porque ama a los que viven lejos de Él. Bien es cierto que a nosotros nos da gracias abundantes que no da a todos, pero nos las da para que las pongamos al servicio de los que nos rodean.

La gracia principal, el don más importante que derrama sobre nosotros, es el Espíritu Santo. Por Él encontramos fortaleza en la debilidad, consuelo en nuestras luchas y caídas y sabiduría para poder vivir a pesar de nuestra ignorancia. Él nos ayuda en la lucha diaria contra el maligno y nos defiende de sus tentaciones y asechanzas. Con Él podemos llevar adelante la voluntad del Señor, y amarnos y perdonar de corazón a los que nos odian. Él es el que siembra en nosotros el amor, que contrarresta nuestro egoísmo. Él en fin, deposita en nuestro corazón la certeza de que somos hijos de Dios. 

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