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DOMINGO IV DE TIEMPO ORDINARIO -B-

DOMINGO IV DE TIEMPO ORDINARIO  -B-

«SÉ QUIÉN ERES: EL SANTO DE DIOS»

CITAS BÍBLICAS:  Dt 18, 15-20 * 1Cor 7, 32-35 * Mc 1, 21-28

El Señor Jesús da inicio a su misión. Ha venido a anunciar la llegada del Reino de Dios.  El Señor ya se lo había anunciado a Moisés muchos años antes: “Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande. A quien  no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas”.

Jesús se encuentra en Cafarnaúm. Según su costumbre, el sábado se dirige a la sinagoga a enseñar.

La gente le escucha asombrada. Habla de un modo distinto. Su manera de enseñar es diferente a la que acostumbran los letrados y fariseos. Dicen que habla con autoridad.

Su misión queda definida a la perfección en la antífona que la liturgia nos ofrece en el Aleluya de la Misa: “El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una intensa luz; a los que habitaban en tierra y en sombras de muerte una luz les brilló”.

Cristo es esa luz. Cristo es el enviado del Padre, es el profeta del que habla la primera lectura. Ha venido a hacernos conocer el amor de un Dios, al que no importan nuestros desvaríos. Un Dios que nos ama en nuestras limitaciones y miserias. Un Dios que odia al pecado, pero que ama con locura al pecador.

Cristo nos habla con autoridad, y esa autoridad queda demostrada por las palabras que le dirige en la sinagoga el endemoniado: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios?”

Efectivamente, el espíritu inmundo que habitaba en aquel pobre hombre, conocía perfectamente a qué había venido el Señor. A acabar con su dominio.

Por el pecado, el maligno es nuestro dueño. Nos atenaza y nos obliga a hacer su voluntad. Nos esclaviza y  nos coloca bajo el dominio de la muerte.

El Señor viene a romper esa esclavitud. Viene a alumbrar a los que viven en tinieblas. A nosotros, que pedimos la vida a los ídolos, al dinero, a los afectos, a la salud... Viene a anunciarnos que el Reino de Dios ha llegado, y que con él llega también nuestra liberación.

¿Te lo crees? ¿Crees que él es el Profeta? ¿Crees que es el Hijo de Dios? ¿Crees que tú vives bajo el dominio del Mal? ¿Ves en Él al enviado del Padre que viene a salvarte? ¿Estás dispuesto a escucharle?

El Señor dice a Moisés en la primera lectura: “A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas.”

Seamos consecuentes. No cerremos los ojos. Aceptemos  que  no somos santos, que necesitamos su ayuda. Él está dispuesto a ayudarnos. Ese es el mandato que ha recibido del Padre.

 

 

 

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