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DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«PAGADLE AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 45, 1.4-6 * 1Tes 1, 1-5b * Mt 22, 15-21

San Mateo, en el evangelio de hoy, nos narra un pasaje en el que queda clara la mala voluntad con la que los escribas y fariseos se acercan al Señor.

En esta ocasión le plantean una cuestión, no sin antes alabar y ponderar su sabiduría y amor a la verdad: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios... ¿es lícito pagar el impuesto al César o no?» La mala fe es evidente. Ponen al Señor en un dilema. Si afirma que sí, aquellos que le siguen quedarán defraudados, porque el pueblo es contrario a los impuestos. Si dice que no, serán los propios romanos los que le encarcelarán considerándolo enemigo de Roma.

El Señor Jesús, dándose cuenta de la mala voluntad de aquellas personas, les dice: «¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Ellos le muestran un denario. «¿De quién es esta cara y esta inscripción?», pregunta. Del César, le responden. «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», responde zanjando la cuestión.

Nosotros podemos preguntarnos: ¿Cuál es nuestra postura con relación a Dios y a nuestros deberes como miembros de la sociedad? ¿Somos conscientes de que debemos cumplir nuestras obligaciones como ciudadanos? La Iglesia, basándose en la Escritura, reconoce que toda autoridad proviene de Dios. Por lo tanto, las leyes que la autoridad promulgue son para nosotros de obligado cumplimiento. ¿Todas?, nos podemos preguntar. No, sólo aquellas que estén de acuerdo con la ley de Dios o con la ley natural. Tenemos, pues, obligación de cumplir todas aquellas leyes que sean justas, que busquen el bien común y que respeten la ley natural que Dios ha grabado en el corazón del hombre.

Lo expuesto significa la prevalencia de la voluntad de Dios por encima de las leyes de los hombres. «Dad a Dios lo que es de Dios», dice el Señor Jesús. ¿Qué significa esto? Significa que por encima de toda ley humana está el precepto «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas». Toda norma, ley o decreto humano que no respete este precepto, debe ser rechazada por aquel que se considere cristiano.

Nos ha tocado vivir en una sociedad que está dando la espalda a Dios. Una sociedad desorientada, insensata y ególatra, de la que emanan leyes perversas que no respetan la vida, como las que se refieren al aborto o la eutanasia, que no defienden a la familia, y que presumen de ser legales, porque las han promulgado cámaras legislativas elegidas democráticamente. Normas tan absurdas y destructivas como las que emanan de la ideología de género, que defiende que el sexo no tiene su origen en la naturaleza, sino que es algo que cada individuo puede elegir siguiendo sus preferencias particulares.

Con todas estas leyes contrarias a la ley natural, el hombre pretende ocupar el lugar de Dios. Ya no es Dios el primero. Por tanto, moralmente, no solo no deben ser acatadas por un cristiano, sino que tienen que ser combatidas. Sin duda, esto, nos puede acarrear persecución, pero nos dará también ocasión de ser testigos de la Verdad, que es lo mismo que ser testigos de Jesucristo.


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