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DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

«LOS PUBLICANOS Y LAS PROTITUTAS OS PRECEDEN EN EL REINO DE DIOS»

 

CITAS BÍBLICAS: Ez 18, 25-28 * Flp 2, 1-11 * Mt 21, 28-32

Hoy, para empezar, podríamos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo vivo yo mi vida de fe? ¿Cuál es mi actitud ante lo que el Señor y la Iglesia me piden?

En el evangelio de hoy, el Señor Jesús, para ayudarnos a responder a estas cuestiones, nos presenta una parábola. Un padre, figura de Dios-Padre, llama a uno de sus hijos y le manda ir a trabajar a la viña. La reacción del hijo es inmediata: «No quiero». Sin embargo, al cabo de un rato recapacita y sin decir nada, obedece a su padre y va a la viña.

El padre llama a su otro hijo y le hace el mismo encargo. La respuesta de este hijo es totalmente diferente a la de su hermano: «Voy, señor», pero sin embargo, todo se queda en palabras porque en realidad, no va.

¿En cuál de los dos hijos ves reflejada tu vida? ¿Eres de los que siempre reniegan, que todo les parece mal, pero que al final obedecen? O más bien, ¿eres de los que no osan replicar, y que aparentemente todo les parece bien, pero al final hacen lo que les da la gana?

Son dos actitudes diametralmente opuestas. ¿Cuál es tu actitud frente a lo que es la voluntad del Señor? ¿Protestas y todo te parece absurdo, pero al final acomodas tu vida a lo que es voluntad del Señor? o por el contrario, ¿aparentemente eres fiel en el cumplimiento de la ley, pero vives tu vida  y todo lo que muestras ante los demás es mera fachada?

En resumen, ¿eres sincero como el primer hijo y respondes con aquello que nace de tu corazón? o ¿te acomodas a las circunstancias y aparentas una bondad y una buena disposición que están muy lejos de reflejar lo que realmente eres?

El Señor aterriza la palabra contraponiendo la actitud de los escribas y fariseos con la de las prostitutas y los publicanos. Los primeros, son aparentemente religiosos y cumplidores de la ley hasta en sus menores detalles, pero sin embargo esa manera de comportarse no va más allá de las apariencias. Dentro están llenos de rapiña, de orgullo, de lascivia. El Señor Jesús en otro pasaje del evangelio les llamará «sepulcros blanqueados», muy hermosos por fuera pero dentro llenos de podredumbre y de miseria. Representan al hijo que no discute la orden del padre, pero que luego no la lleva a la práctica.

Los segundos, prostitutas y publicanos, son gente para los que no existe salvación posible. Se han puesto la ley por montera y viven su vida por completo al margen de la misma. Son los que dicen: «no quiero». Sin embargo, no están ciegos a su realidad. A diferencia de los escribas y fariseos, tienen presente su condición de pecadores. Por eso, su actitud interior es la del publicano de la parábola, que se ve indigno de entrar en el templo, y desde la puerta, golpeándose el pecho exclama: «Señor, ten compasión de mí, que soy un pecador»

 Ésta es la actitud que agrada al Señor. No le importan nuestras rebeldías. El conoce nuestras miserias y pecados y se alegra cuando nosotros nos humillamos ante Él, reconociendo nuestras faltas. Se entiende ahora que, dirigiéndose a los escribas y fariseos, el Señor les diga: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas o llevan la delantera en el camino del Reino de Dios».


 

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