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DOMINGO V DE PASCUA -A-

DOMINGO V DE PASCUA  -A-

«YO SOY EL CAMINO Y LA VERDAD Y LA VIDA»

 

CITAS BÍBLICAS: Hch 6, 1-7 * 1Pe 2, 4-9 * Jn 14, 1-12

El fragmento del evangelio de hoy está sacado del Discurso de las Despedidas del evangelio de san Juan. Tiene lugar la noche de la Última Cena. El Señor Jesús, conociendo todo lo que va a suceder en esa noche, en la intimidad, reunido con los suyos, les va preparando para que los acontecimientos que se presentan, no les pillen por sorpresa. Por eso, empieza diciéndoles: «No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí… me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo... Adonde yo voy ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Los acontecimientos que iban a acontecer aquella noche y al día siguiente, era tan graves y de tal importancia, que desmontaban por completo  la idea que del Señor tenían sus discípulos. Ellos esperaban un Mesías que librara a Israel del sometimiento a los romanos, y ahora ven al Señor Jesús sometido a tormentos atroces y clavado en una cruz. Esto es algo totalmente irracional.

 A través de nuestra vida encontramos también muchos acontecimientos para los que no tenemos respuesta. Nuestra mente y nuestra razón son muy limitadas, por eso tenemos el peligro de quedarnos bloqueados y no saber a ciencia cierta qué hacer. Un ejemplo muy actual lo tenemos en lo que está ocurriendo en estos momentos en nuestra sociedad. ¿Quién hubiera imaginado esta catástrofe hace tan solo medio año? El corazón se nos encoge al comprobar la enorme cantidad de fallecimientos ocurridos, y al ver la falta absoluta de medios para atender a tanto enfermo. Hospitales colapsados hasta el punto de dejar de atender a personas mayores a causa de su edad. Imposibilidad de prestar el mínimo acompañamiento a los moribundos por parte de sus familiares, etc., etc. Y todo esto sucede en una sociedad tecnológica que ha alcanzado metas insospechables en el terreno científico. Un insignificante virus microscópico ha echado por los suelos toda la soberbia y prepotencia de nuestra sociedad.

Ante esta situación de impotencia total, hoy, el Señor nos dice: «No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí Vosotros creíais que tenías respuesta para todo. Creías que todo estaba controlado. Habíais plantado vuestra tienda en este mundo olvidando que vuestro destino final era el cielo. Que vuestra impotencia no os conduzca a la desesperación. No miréis hacia la tierra, mirad hacia el cielo en donde yo os he preparado un lugar, un lugar en donde no hay llanto, ni fatiga ni muerte. Yo mismo soy el camino que os conducirá hacia el Padre. Él os ama intensamente y solo desea para vosotros la felicidad.

Como el Señor ha estado durante todo el rato refiriéndose al Padre, Felipe, exclama: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Podemos imaginarnos al Señor Jesús que, un tanto extrañado por la petición de Felipe, le dice: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre». La Escritura nos dice que nadie puede ver el rostro de Dios y continuar con vida. Por eso, Dios-Padre, quiso que la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo, tomara una naturaleza humana, mortal como la tuya y la mía, a fin de que nosotros pudiéramos contemplar su rostro y continuáramos con vida. Por eso, ahora se entiende lo que dice Jesús: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre». Esta circunstancia la tenían muy clara los primeros cristianos, que afirmaban que en el señor Jesús en la Cruz, veían el rostro radiante del Padre.

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