Blogia
Buenasnuevas

DOMINGO III DE ADVIENTO -B- GAUDETE

DOMINGO III DE ADVIENTO -B- GAUDETE

«ESTAD SIEMPRE ALEGRES»

 

CITAS BÍBLICAS: Is 61, 1-2ª.10-11 * 1Tes 5, 16-24 * Jn 1, 6-8.19-28

Llegamos al domingo tercero de Adviento que en la liturgia se le denomina de “gaudete”, porque en la epístola de san Pablo a los Tesalonicenses, el Apóstol, empieza diciendo: «Estad siempre alegres». Se trata de un domingo que es como un paréntesis, dentro del tiempo de penitencia y austeridad del Adviento, que nos prepara a la venida del Señor. Por eso el color litúrgico de los ornamentos, deja de ser morado y se transforma en color rosa.

Como hemos dicho, el Apóstol nos invita a la alegría. Nosotros nos preguntamos, ¿tenemos motivos para estar verdaderamente alegres? ¿Tú qué piensas? Tengamos en que para que esto sea así, se han de dar varias circunstancias.

En primer lugar, hemos de ser conscientes de nuestras debilidades y pecados. Tenemos que estar convencidos, por propia experiencia, de que la felicidad momentánea que nos proporciona el pecar, es falsa, porque se acaba pronto y deja en nosotros un mal sabor de boca. Por otra parte, hemos de darnos cuenta de que cambiar de vida dejando nuestros vicios, no está al alcance de nuestras manos. Se da en nosotros aquello que dice san Pablo del “quiero y no puedo”.

Nuestra vida, por tanto, es semejante a un negro túnel del que no conocemos la salida. En esta situación, el Adviento viene en nuestra ayuda. ¿Cómo? Mostrándonos una pequeña luz al fondo del túnel. Una luz que nos indica que en nuestra vida no está todo perdido. Que existe una salida. El Adviento nos anuncia que llega a nuestras vidas un Salvador. Alguien que puede transformar en luz una vida envuelta en tinieblas. Esto es motivo más que suficiente para estar alegres, para vivir esperanzados, deseando la llegada de ese liberador. Tú y yo, que por nuestros pecados estábamos condenados a muerte, recibimos la noticia de que se nos ha concedido el indulto. ¿Quieres más razón para vivir en la alegría?

Esto no está al alcance de cualquiera. Los que viven en el mundo ignoran que es el pecado el que les hace infelices y les amarga la vida. Sufren, pero las más de las veces no saben el por qué. No conocen la relación que existe entre pecado y sufrimiento. Ignoran que el pecado del hombre es el origen de la insatisfacción y de la infelicidad. No hay peor amargura que la del sufrimiento sin sentido. Por eso, nosotros, como Juan el Bautista, estamos llamados con nuestra vida a anunciar que Dios se ha apiadado del hombre y le ha enviado un Salvador.

En este tercer domingo Juan nos anuncia que la llegada del Mesías es inminente. Él, no es el Mesías, no es un Profeta, Él es «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor». Juan nos invita a mirar sin temor nuestras infidelidades y pecados. Reconocerlas delante del Señor acogiéndonos a su misericordia, es ya preparar, allanar el camino a su venida. Él viene a salvarnos y esa salvación está cada vez más cerca. Por eso, si somos conscientes de nuestra próxima liberación, podremos, como nos dice el Apóstol, vivir alegres siendo constantes en la oración.

En el presente año, con este domingo, ya dentro de la Novena del Nacimiento, damos comienzo a la preparación inmediata a la natividad del Señor Jesús en Belén. Ocurrió físicamente hace más de 2000 años. María y José, buscaron, sin encontrarlo, un lugar para que el Hijo de Dios hiciera su entrada en este mundo. Hoy, el Señor Jesús quiere nacer de nuevo, y para ello busca un corazón humilde que no tenga miedo a reconocer su indignidad, y que quiera recibirlo como a Aquel que viene a salvar lo que estaba perdido. Te pregunto, ¿estás dispuesto a abrirle tu corazón? 


0 comentarios