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DOMINGO I DE CUARESMA -B-

DOMINGO I DE CUARESMA -B-

«NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE»

 

CITAS BÍBLICAS: Gén 9, 8-15 * 1Pe 3, 18-22 * Mc 1, 12-15

El pasado miércoles iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Un tiempo muy importante en la vida de la Iglesia y por lo tanto también en nuestra vida de fe. La Cuaresma no supone para nosotros una meta, tampoco pone de manifiesto la forma normal de vivir del cristiano. Es un tiempo cerrado que tiene como finalidad preparar la celebración gozosa de la Pascua.

La Cuaresma está formada por cuarenta días, en los que el cristiano, como en un gimnasio, prepara su cuerpo y sobre todo su espíritu, para vivir plenamente el acontecimiento primordial de su vida de fe: la Pascua. La Pascua de nuestro Señor Jesús es el centro, el eje sobre el que gira toda la vida de la Iglesia.

El Señor Jesús, después de ser bautizado en el Jordán, consciente de que ha llegado la hora de llevar adelante la misión que el Padre le ha encomendado, marcha al desierto para prepararse mediante la oración y el ayuno. Hoy le vemos, cuarenta días después, librando una batalla con el maligno que lo somete a tres tentaciones importantes. Son las mismas tentaciones que sufrió el pueblo de Israel cuando caminaba por el desierto: la tentación del pan, la tentación de la historia y la tentación de los ídolos. San Marcos, en su evangelio, nos narra de una manera muy escueta este pasaje. Nosotros daremos algunos detalles más sobre el mismo ampliándolo.

A través de la tentación del pan, el enemigo invita a Jesús a asegurarse la vida, a asegurarse la comida a asegurarse el pan. ¿Tienes hambre? Di que estas piedras se conviertan en pan. Haz un milagro en beneficio propio, ¿para qué vas a sufrir? ¿No eres tú el Hijo de Dios? La respuesta del Señor es tajante: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»

El diablo no se da por vencido e insiste poniendo por en medio la misión del Señor. Le hace ver que su forma de vestir, su figura, etc., no son las que corresponden a un profeta. ¿Quién va a hacerte caso con esa facha? Es necesario que hagas un milagro gordo. Arrójate desde la parte más alta del templo, y como Dios evitará que te hagas daño, todos creerán en ti. El Señor le responde: «No tentarás al Señor tu Dios». Que quiere decir, no obligarás al Señor a hacer un milagro innecesario.

El atrevimiento del maligno llega al máximo en la última tentación. Le ofrece todos los reinos y todas las riquezas del mundo, si postrado le adora. El Señor ya harto le responde: «Vete Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto». 

Estas tentaciones tienen para nosotros una gran importancia, porque son las mismas a las que el tentador nos somete en nuestra vida. Vamos a verlo. Todos, desde que tenemos uso de razón, nos preocupamos por asegurarnos el pan. Queremos asegurarnos la vida con el trabajo, los estudios, los negocios… Hemos escuchado muchas veces aquello de que es necesario labrarnos un porvenir. Somos nosotros los que queremos diseñar nuestra historia, nuestra vida. Queremos tenerla segura sin darnos cuenta de que, como dice Jesús, «La vida del hombre no está asegurada en los bienes». No nos creemos que tenemos un Padre que no nos abandonará, como no abandona al más pequeño de los pajarillos.

La segunda tentación la tenemos cuando el demonio nos invita a escapar de nuestra historia. No nos gusta nuestro físico. No aceptamos la manera de ser de nuestros padres y hermanos. Si estuviera en nuestras manos desaparecerían los pobres, las enfermedades, los abusos, las guerras... No comprendemos cómo Dios tolera todo esto. Estamos convencidos de que nosotros lo haríamos mejor.

Finalmente hemos entronizado en nuestra vida y damos culto al dios dinero, a las riquezas, a los placeres y a los ídolos del mundo. Somos unos idólatras, que poco a poco hemos ido sacando de nuestras vidas a Dios, y así nos va.


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